tras su mirada había
abismos oceánicos
verdades grandes y chiquitas
no le gustaba la palabra eternidad
porque, como tantas otras, ya de tan manida
no se sabía su significado
y también pensaba que tal cosa no existía
en su mundo interior
había espigas
barcos
oleajes
sedientas cajas de caudales
que irradiaban amor
y una veracidad
implacable
tampoco le gustaba hablar sobre la verdad
porque de tanto dar vueltas a su alrededor
sin enfrentarla, se perdía
y además pensaba que tal cosa no existía
en su mirada triste había
montañas abismales
desde donde veía
a la gente vagar
ignorando señales
allí se veía igual de frente que al revés
y dejaba de lado mentiras omisiones
ilusiones y autoengaño
en su mundo interior
había espinas
cuantos de energía
de alto voltaje
y una veraz serenidad de 33 años
sólo una de estas cosas
quería conservar
y proseguir el viaje
que es la vida
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