19.8.13

cuando lo peor está aún por llegar

Nausicäa
H. Miyazaki



las palabras proféticas. los sueños precog. el andar lúcido y la mirada traviesa. la canción que no acaba. el verano sin amaneceres. sólo puestas de sol.

hablar contigo como quien habla solo. hablar solo como si hablara contigo. imaginar tu réplica. imaginar tu silencio lleno de sentido. y no sentir ya esta ausencia.

volverme a mirar en el espejo de los años. mirarme en tus ojos. si pudieras verte -me decías. sí. si pudiera verme. porque por dentro te juro que soy la misma de siempre.

ahora. es el momento de partir hacia el oeste. esperar el final. caminando hacia el horizonte. y desaparecer. en un sol poniente.

pero nunca he sabido cómo. ponerle fin al final. no sé cómo, cuando me preguntas. sin esperar respuesta.





la muerte del hijo




me dijo:
- oí en una película, o en una canción, esta frase: "cambiaría todos mis mañanas por un sólo ayer"...



una apuesta arriesgada, pensé, pero no se lo dije.
una apuesta arriesgada, pensé, pero razonable.



los poemas




Indiferentes al desenlace, los poemas cruzan los campos de batalla, socorriendo al herido, escuchando los monólogos delirantes del triunfo y del espanto. Procuran un tipo de paz. No por la hipnosis o la confianza fácil, sino por el reconocimiento y la promesa de que lo que se ha experimentado no puede desaparecer como si nunca hubiera existido. (...) La promesa de que el lenguaje ha reconocido, ha dado cobijo, a la experiencia que lo necesitaba, que lo pedía a gritos.
Los poemas están más cerca de las oraciones que de los cuentos.
 de Una vez en un poema
John Berger

Hay momentos en la vida, pocos, en que lo único que desearía es escribir un poema. Un poema preciso y certero como un rayo. Un poema caudal, camino de sangre. Un poema que me consiguiera un trozito de inmortalidad. No para mí, no a la manera mundana de la fama póstuma e inútil. Sino, como dice Berger, para situar algunas experiencias, algunos alguien, fuera del tiempo. Y fuera de la muerte. Un poema para socorrer a los muertos. Y para socorrerme.
Para dejar todo atrás y existir únicamente ahí, en los poemas. 
Y conseguir, y prodigar, algún tipo de paz.